Todo comenzó en 1961, en el centro poblado de Morcolla Chico, Ayacucho, Perú, con el nacimiento de Rufino Flores Torres. Desde niño, Rufino aprendió el valor del trabajo y el intercambio justo para subsistir, vendiendo algunas unidades de limones. Estas primeras experiencias marcaron su carácter emprendedor y lo impulsaron a soñar en grande.

A los 9 años, se trasladó a Lima, enfrentando desafíos pero siempre motivado por su perseverancia. Con su primer triciclo, comenzó vendiendo productos en un mercado local, donde conoció a su compañera de vida. Juntos formaron una familia y desarrollaron nuevos proyectos. A los 18 años, Rufino inició su incursión en el mundo empresarial al comercializar cartones y sacos en desuso para una fábrica multinacional, ubicada junto al mercado, adquiriendo conocimientos clave en la gestión de residuos.

Con visión y esfuerzo, adquirió su primer camión Dogde 300, lo que marcó el inicio de un crecimiento constante en su flota vehicular. Esto le permitió ofrecer servicios a reconocidas empresas nacionales, como Nestlé Donofrio, Grupo Gloria, Backus, Winter’s, Molitalia y varias compañías mineras. Su dedicación lo llevó a establecer la primera Planta de Valorización de Residuos en Lima, un hito en la gestión sostenible de residuos industriales en el país.

En su último año, expandió sus operaciones a  la región central del Perú en Huancayo, dejando un legado de superación y generosidad. En 2024, a los 61 años, Rufino Flores Torres falleció, consolidándose como un referente en su campo y una inspiración para las futuras generaciones.